Informe sobre estimulación temprana.

 

  Introducción

  Al ir en busca de los elementos que forman parte del tema, tuve la misma sensación que tendrán los padres, supongo, al enfrentarse con un bebé diferente. Uno espera encontrar que la estimulación temprana es una disciplina agradable, cálida, porque los bebés, en general, son una cosa tibia, frágil, sonriente. Pero nos encontramos con términos tales como: mongolismo (lo que actualmente llamamos niños con síndrome de Down), ceguera, desconexión, etc., esta disciplina es mucho más dura de lo que esperábamos, y se necesita tener múltiples conocimientos para abordarla correctamente. Porque tal y como están las cosas hasta ahora, parece ser el arma más eficaz, y quizás, la única que tenemos, para paliar los efectos nocivos de determinadas patologías, principalmente en el bebé, y concomitantemente en su entorno familiar.

 

  ¿Qué es la estimulación temprana?

  A lo largo de la lectura he ido encontrando numerosas definiciones que trataré de resumir. La estimulación temprana es un trabajo clínico especializado en bebés, una disciplina que hasta hace algo más de 5 décadas no existía sobre la faz de la tierra.

  A pesar de que hoy es una práctica habitual, debemos reconocer el mérito que significa para Argentina, el haber sido uno de los primeros países del mundo en aplicarla y jerarquizarla con sus equipos y publicaciones. La doctora Lidia Coriat fue pionera en este campo, comenzando su trabajo en el hospital de niños de Buenos Aires en 1960. Su interés primordial era el problema del síndrome de Down, al cual se dedicó, y para lo cual preparó un equipo interdisciplinario de especialistas. Poco después, la experiencia con lactantes que tenían esta discapacidad, se hizo extensiva a niños con todo tipo de retardo madurativo, encarando así el tratamiento de patologías que, hasta ese momento se consideraban no tratables, y lográndose excelentes resultados.

  Actualmente, los avances de la ciencia han logrado que los niños que nacen con problemas orgánicos, generalmente prematuros, tengan un alto porcentaje de sobrevida. Estos niños, discapacitados, tienen un lugar en la sociedad y tienen acceso a un diagnóstico temprano que permite la intervención de numerosos profesionales. Parece ser imperativo que esta intervención se realice en el primer año de vida, para no producir retrasos irreparables en los aspectos motrices, perceptivos y cognitivos del niño.

  La estimulación temprana es el conjunto de acciones tendientes a proporcionar al niño las experiencias que el mismo necesita desde su nacimiento para desarrollar al máximo su potencial psicológico. Esto se logra con la presencia de personas y objetos en cantidad y oportunidad adecuadas, y en el contexto de situaciones de variada complejidad que generen en el niño un cierto nivel de interés y de actividad, para lograr una relación dinámica con el medio y un aprendizaje efectivo. Sus fundamentos teóricos están representados por los avances alcanzados por la psicología de la conducta, la neurología evolutiva y la psicología del desarrollo.

  La estimulación temprana es el mejor instrumento que poseemos para mejorar el pronóstico de niños con retrasos o deficiencias madurativas. En esta tarea, el rol de la madre es fundamental. Es ella quien, generalmente, proporciona al niño la llamada estimulación natural.

  La experiencia clínica ha demostrado que lo que determina la estructuración subjetiva no es lo orgánico, sino el lugar simbólico que le sea otorgado al niño. Por eso, la estimulación temprana no es más que lo que todas las madres hacen con sus hijos espontáneamente, en los primeros meses de vida, desde que la humanidad existe como tal. Se trata de saber inconsciente, transmitido a lo largo de generaciones, constituido y retrabajado en cada madre, en función de su historia individual y del seno de la cultura en que vive.

  Antes de que el psicoanálisis se inventara, las madres se han dedicado a generar la chispa del deseo en cada hijo. Si la estructura en la que se va generando y desplegando el potencial humano es la estructura significante, en cada uno esa estructura se construye, se instala en los primeros años de vida, en el tiempo específico de la estimulación temprana.

  De ahí, la importancia de la función materna y paterna, sobre todo cuando se trata de bebés que portan un diagnóstico de discapacidad. Ahora sabemos, comprobamos, que todo logro está directa y necesariamente relacionado con el lugar simbólico, significante, que ese niño tenga para sus padres. La estimulación natural surge de una crianza basada en la afectividad y el sentido común, para que la relación madre – hijo funcione como un circuito de retroalimentación imprescindible para que el niño crezca armónicamente.

 

  ¿A quiénes va dirigida?

  Podría decirse que está dirigida a niños con todo tipo de retardos en la maduración; está dirigida a niños cuyo sistema motriz no funciona, o cuyas producciones intelectuales se hacen esperar más de la cuenta. Sintetizando, a niños cuyos datos organicopatológicos conmocionan y hacen estragos en la familia.

  La estimulación temprana se dirige a niños discapacitados para prevenir, en determinados momentos, ciertos atrasos que pueden ocurrir en un órgano o parte específica del ser humano. Los niños destinatarios de estimulación temprana son niños con diagnóstico de: ceguera, sordera, síndrome de Down o desconexión social.

  La atención está dirigida a niños de 0 a 3 años que presenten una patología instalada, de riesgo biológico y o ambiental. El riesgo biológico implica la posibilidad de que aparezcan alteraciones en niños con antecedentes negativos durante el embarazo y o el parto. El riesgo ambiental se refiere a sujetos que nacen biológicamente sanos, pero que, debido al medio negativo en que crecen (adicciones de los padres, analfabetismo de los mismos, desnutrición severa), requieren de intervención para que su desarrollo no se vea afectado.

 

  ¿Quiénes la llevan a cabo?

  Generalmente, actúan con el niño y su familia, numerosos profesionales que forman lo que se denomina un equipo interdisciplinario. Los trabajadores sociales deben ser los primeros en responder a las preguntas, proporcionar la bibliografía, interpretar la información médica y prevenir los errores y los mitos, que frecuentemente aparecen en el seno de las familias, ante un miembro discapacitado.

  En ciegos y disminuidos visuales, deben trabajar un grupo de especialistas tales como: enfermera, especialista en orientación y movilidad entrenado para trabajar con bebés, terapista físico u ocupacional y un padre con un niño mayor (lo cual frecuentemente se omite), sin olvidar a los hermanos del propio niño estimulado.

  Lo ideal sería que, el terapista único sostenga la escena que los padres y su bebé necesitan desplegar, devolviendo a los padres una imagen de su hijo singular y con nombre propio, en la que se juegan saber y desconocimiento, aceptación y rechazo, posibilidad e imposibilidad. El terapista es único, pero como representante de un equipo que, a su vez, lo sostiene y ubica en ese lugar.

 

  ¿Con qué objetivos?

  Los objetivos principales para los que se trabaja son: producir un sujeto del deseo; establecer, reestablecer o estimular la relación madre – hijo. A través de la misma, la conexión normal con el mundo, evitando retrasos accesorios a su patología.

 

  Conclusiones

  Un bebé con discapacidad es una cosa tibia y chiquita dañada en su cuerpo. La estimulación temprana es una disciplina que hasta hace algo más de 5 décadas no existía sobre la faz de la tierra. Es un trabajo clínico especializado en bebés, y destinado a proporcionar al niño los elementos para lograr una utilización y dinamización del potencial psicológico. Además, y para ello, se vale de la presencia de objetos y personas en cantidad y oportunidad necesarias.

 

Autora: Laura Soto de Ferro. Santa Fe, Argentina.

Profesora especializada en Ciegos y disminuidos Visuales.

laurayroberto2005@funescoop.com.ar

 

 

 

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