¡Viva México... siempre!

 

En la Guerra Civil, salieron de España, de mi pueblo también, los niños de la guerra hacia México. En la Guerra Civil española.

México fue para ellos, su abrazo de madre.

Salió él, y dejó a su familia aquí, y a su hermano trabajando en la panadería de mi abuelo.

 

Pasaron los años sabiendo, por carta, cómo le iba a Antonio, (noticias siempre) de como bajó del barco tocando la trompeta y como una familia se enamoró de él y lo llevó con ellos, donde tuvo una vida acomodada.

Un hijo más.

Estudió ingeniería y fue un niño querido y mimado en brazos tapatíos.

 

Su nueva familia, mujer e hijos, llegaron a mi pueblo cuando yo tenía 15 años, en el 1966.

Fue el regalo a su hija.

Esa visita al nuestro pueblo, un viaje a Europa, y una casa en la Colonia familiar, fueron parte del regalo.

 

Apareció una chica guapísima, de ojos rasgados, de trenza inmensa y pelo negro, de dulce voz timbrada y una guitarra, de compañía.

A esos sones, a ese timbre de voz a esas frases mexicanas a ese "ahorita" a esa educación, delicadeza, simpatía y amor a su tierra, fui yo destinada a una cultura que me parecía apasionante.

 

Ese tiempo, los chicos de mi pandilla, en grupo se enamoraron de la nueva chica, cantábamos sus canciones repetíamos sus frases típicas, y escuchábamos la riqueza de su Guadalajara.

Ella me trajo una cadena de plata que conservo, como no, muy original, con el pez, símbolo de los primeros cristianos y la Cruz.

Y su madre a la mía, unos pendientes, de plata y turquesa, que poseo, yo, ahora.

 

Eran el colmo de la delicadeza, de la educación, de la simpatía y del agradecimiento.

 

Fue una vacuna mexicana para desarrollar la curiosidad, que me hizo, después, buscar, leer, cantar, escribir,

Estudiar y amar aquello, que ya formaría parte de mi vida.

 

Las cartas nunca faltaron. Cuando yo conocí México en 2006 y pisé el aeropuerto, la primera vez, lloré como una Magdalena, en la tierra que yo había soñado.

Visité como primera Providencia a la Virgen de Guadalupe, y esa inmersión espiritual me unió a ese México, mágico, maravilloso y magnífico que yo ya, tenía en la palma de mi mano.

Volví en el 2011 y conocí a una persona culta, inteligente, interesante, que hoy es un amigo, de Uruapan, Janitzio,

Historiador y Periodista, esa suerte, que me invitó, a escribir en la Revista Esperanza donde escribo por invitación suya: Francisco Bautista. En Janitzio, Lago de Pázcuaro en el Día de Muertos .cosa mas bella no había visto.

Y aquí recuerdo y respondo a los correos que me preguntaban esto.

 

Esta es la génesis de mi amor tan especial y tan intenso a mí México, mágico y querido.

¡Viva México... siempre!

 

Autora: Enriqueta Pérez Pérez. Almería, España.

ea1921@hotmail.com

 

 

 

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