Microrrelatos

 

Estate en lo que estás

 Se me han olvidado los nombres comunes.
 ¡mamá!
Decía alarmada. Estarás pensando en cualquier cosa que te distrae. ¡Una catedrática de lengua! Cuando de pequeña no me concentraba en alguna tarea. Me decías “estate en lo que estás”. hoy lo llaman
 Mindfulness. y lo que a ti te pasa, ¡tiene un nombre… es ¡terrible! Me niego. Quiero no pensar a sabiendas de que no he olvidado nada. De momento.

“¡Silencio mudo!”
(Inspirado en Rosalía de Castro)

 Acércate
No
Te
 ocultes
Nunca
Intentes
Olvidarme
Jugábamos con las palabras. Nos encantaba hacer acrósticos a ver quien era más ingenioso, audaz.
 Yo bañaba a Juan mientras él preparaba la cena. Tras contarle el cuento de cada día, el crío no lo perdonaba, Antonio salía hacia el trabajo. Yo le despedía con un abrazo y dentro del bocata, el acróstico que tocara.
 Aquella noche su mensaje, parecía premonitorio:

Puedes
Enderezar
Dolor
Remendando
Optimismo.

¡tan brutal!
 Papá pedro, ¿por qué no viene papá antonio ninguna noche a contarme el cuento ni a… ni a…
Por… porq…

Cerca de París

 Mis ojos miraban lo que veían sus manos. Al día siguiente jugábamos un campeonato de partidas cortas en Couvray. El viaje hasta parís era largo. Paula, de 11 años, y Daniel de 13 eran ciegos; no podían entretenerse viendo el hermoso paisaje, pero teníamos el ajedrez que hacía mágico el camino.
 --¿Subiremos a la torre Ifel?
 --¡Si no vas a ver nada!
 --Pero contaré las escaleras.
 --¡Venga, chavales! Un mate cada uno; tú el de Chigorim. Tú el de Anastasia.
 --¡Esta noche, aquí en mi litera dormiré como de pequeño, acunado!
 --Pues yo imaginaré que me mecerán las olas.


Tres cuartos de siglo

 Tengo 75 años; he llegado a esta edad provecta sin vivir. Interna en un colegio desde los siete, y a los 18, al convento. Me licencié en educación especial; daba clase a los menos dotados. Muy pronto empecé a aburrirme y enseguida perdí la fe. ¿Por qué dejé de creer en algo intangible? Vértigo me ocasionaba eso tan inmaterial, inasible. No obstante, seguí renovando, año tras año, los votos, hasta ayer que cumplí 75 años y fui capaz de decirles:
 "Si hay rejas ¿para qué votos? Y si hay votos ¿para qué rejas? ¡Adiós!

 

 

 

Autora: ángeles Sánchez Herrero.  Madrid, España.

montondepaja@gmail.com

 

 

Regresar.